Importancia de la Higiene personal

Segun la Organizacion panamericana de la Salud, la Argentina esta entre los paises que menos se lava las manos.
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Con las medidas higiénicas tomadas por la población para prevenirse de la gripe A –como el lavado de manos y las precauciones al toser o estornudar– se ha producido un descenso de otras enfermedades respiratorias, desde el resfrío hasta las bronquiolitis, y también una disminución de problemas intestinales e incluso meningitis, que se transmiten por vías parecidas.

Según funcionarios de los ministerios de Salud de la Nación y la provincia de Buenos Aires, así como el presidente de la Sociedad de Infectología Pediátrica; también habrían descendido las infecciones intrahospitalarias porque, ante la pandemia de gripe, los doctores tomaron más en serio precauciones como el lavado de manos, quizá “para protegerse a sí mismos”, reconoció un destacado infectólogo del hospital Muñiz.

La apuesta es que esos cuidados se incorporen a los hábitos cotidianos de la población aunque no haya pandemias. Hay mucho que hacer en ese sentido porque, según una encuesta que la Organización Panamericana de la Salud efectuó sobre población adolescente, la Argentina se anota entre los países con menos costumbre de lavarse las manos.

Funcionarios del Ministerio de Salud de la Nación, advirtieron que “las acciones para evitar la transmisión del virus de la gripe A (H1N1) han disminuido el contagio de otros virus respiratorios. La cantidad de notificaciones de cuadros respiratorios parece haber bajado con respecto a años anteriores, si bien hay que esperar el cierre del año para contar con datos consolidados.

En todo caso, esta disminución se alinea con lo que suele suceder cuando se enfrentan epidemias de una enfermedad cuyos mecanismos de prevención también sirven para otras: así, hace unos años, gracias a las precauciones contra el cólera, disminuyeron otras enfermedades de transmisión oral-fecal, como las diarreas y la hepatitis A”.

Según el director de Epidemiologia de la provincia de Buenos Aires, Mario M. Wilson, indicó: “Se advierte una tendencia a la baja en la incidencia de enfermedades que se transmiten por las manos, como es el caso de las afecciones alimentarias: vemos menor cantidad de enfermedades diarreicas, y también nos llamó la atención el descenso de ciertas meningitis, que se transmiten del mismo modo o pueden contagiarse por la vía aérea”.

Eduardo López –jefe del departamento de medicina del Hospital Ricardo Gutiérrez y presidente de la Sociedad Argentina de Infectología Pediátrica– contó que, en su hospital, “han disminuido las consultas por el virus sincicial respiratorio, que es la causa más frecuente de bronquiolitis.

En general, hay menos cuadros respiratorios provocados por parainfluenza y adenovirus, como problemas bronquiales y laringitis. En cuanto a los resfríos, no están contabilizados, pero es razonable que la tendencia sea la misma”.

Por su parte el jefe de terapia intensiva del hospital Muñiz, Jorge San Juan –y miembro de la Comisión de Expertos que asesoró al Ministerio de Salud sobre la pandemia de gripe A– señaló hay “datos que indican un descenso en las infecciones intrahospitalarias, en pacientes internados en distintas instituciones. Esto puede vincularse con que el personal de salud, en relación con la atención de pacientes con diagnóstico presuntivo de gripe A, tomó precauciones como el uso de guantes y especialmente el lavado de manos.

Tal vez esta mayor preocupación por el lavado de manos haya estado en relación con el temor de contagiarse el profesional mismo, por lo cual no es seguro que continúe más allá de la epidemia. En todo el mundo se insiste con el lavado de manos en el personal de salud, pero no es fácil lograrlo” (Página/12 trató este tema el 24 de noviembre de 2008, con relación a las infecciones intrahospitalarias).

Para la población general, conviene que el lavado de manos frecuente sea con agua y jabón: “El alcohol en gel se refiere especialmente a las enfermedades virales, no hay consenso en que sea eficaz contra las bacterias”, observa Masana Wilson.
Otro hábito recomendado es “no taparse con la mano al toser o al estornudar: lo más adecuado es utilizar un pañuelo o, en todo caso, la parte interna del codo –puntualiza Avellaneda–. Esta precaución, para no contaminar las manos con virus, es muy importante aunque no haya epidemias”.

Otra conducta que recomiendan preservar es “no ir a trabajar si uno tiene algún cuadro respiratorio ni enviar los chicos a la escuela en tales condiciones –destaca López–. Antes de la epidemia, era habitual mandar a un chico a la guardería aunque tuviera tos o moco, y eso disemina infecciones”.


Agua contaminada con uranio

Según una pericia científica, el agua consumida por casi un millón de habitantes cercanos a un centro nuclear está contaminada con uranio y no es apta para consumo humano.

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Ecologistas de Greenpeace Argentina disfrazados de mozos intentaron servir agua mineral ”contaminada con uranio” al ministro Julio de Vido, frente a la sede de su cartera de Planificación Federal, Obras y Servicios Públicos, en cuya órbita se desarrollan las actividades nucleares de este país.

La historia se remonta a 1958, cuando el Centro Atómico Ezeiza (CAE), ubicado a 40 kilómetros de la capital argentina y lindante con el aeropuerto internacional del mismo nombre, comenzó a enterrar residuos radioactivos, a pesar de advertencias de vecinos que temían la contaminación del acuífero Puelches, donde se proveen de agua potable.

Argentina tiene dos centrales nucleares en pleno funcionamiento, Atucha I y Embalse, bajo coordinación de la Comisión Nacional de Energía Atómica y entidades para el desarrollo de tecnología nuclear aplicada a la salud, la agricultura o la industria. El CAE es uno de esos centros.

A pesar de las constantes advertencias, se debió esperar hasta 2000 para que un fiscal federal recogiera de oficio la denuncia publicada en la sección de cartas de lectores de un periódico de Buenos Aires y se iniciara un proceso penal en el juzgado federal del juez Alberto Santamarina.

La carta era de Valentín Stiglitz, presidente de la Asociación Contra la Contaminación Ambiental del distrito de Esteban Echeverría, que advertía una vez más sobre el riesgo de contaminación con uranio del agua de Puelches, por la disposición bajo tierra de residuos radiactivos, que continuó casi hasta fines de los años 90.

Esteban Echeverría, Ezeiza, Montegrande y La Matanza son algunos de los más poblados distritos de la provincia de Buenos Aires afectados por la contaminación. Uno de los miembros de la asociación, Claudio Carusso, dijo a IPS que la población afectada asciende a un millón de personas.

Después de dos años de lidiar con la falta de presupuesto para pagar un estudio de las aguas en el exterior, el juez ordenó una pericia al geólogo Fernando Díaz, de la Universidad de Buenos Aires, entregada a fines de diciembre de 2004.

Una copia de ese análisis de más de 600 páginas fue dejada en forma anónima en el buzón de la asociación de Esteban Echeverría, según Carusso. Así fue como los vecinos se enteraron de su contenido.

El estudio determinó ”la existencia de una importante contaminación proveniente de las actividades del Centro Atómico Ezeiza, que afectaron las aguas subterráneas de la región a un nivel que impide su uso como bebida humana”.

El geólogo Díaz sostuvo que en 74 por ciento de los 46 pozos analizados se halló agua no potable, con concentraciones de uranio de 50 a 80 microgramos por litro y en superficies de hasta 2.500 hectáreas del acuífero.

También se detectaron otros dos materiales radiactivos, radón y estroncio, y volúmenes de nitratos muy superiores a los permitidos para consumo humano.

La difusión de este estudio hizo reaccionar a la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN), encargada de controlar las actividades atómicas. Una declaración de esa entidad aseguró el cumplimiento de revisiones periódicas en la zona cercana al centro atómico, cuyos resultados ”cumplen con la normativa argentina en la materia”.

La ARN afirmó además que la proporción de uranio en el agua cumple ”también las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), siendo el agua potable de la zona radiológicamente apta para el consumo humano”.

En ese punto se concentra el nudo de la cuestión, observó Carusso.

La OMS establece 15 microgramos de uranio por litro de agua como máximo permitido para que el líquido se destine al consumo humano. Pero la ley de residuos peligrosos de Argentina coloca ese umbral en 100 microgramos por litro.

”La ARN se ampara en que está dentro de la ley, a pesar de los valores de la OMS y de muchos otros países que como máximo aceptan 20 ó 25 microgramos por litro”, dijo Carusso. ”Obviamente, lo que debemos cambiar es la ley”, añadió.

Los vecinos protestan además porque, con los resultados a la vista, el juez no hubiera adoptado medidas precautorias.

”Al contrario, parece que hubieran hecho lo posible para que (el estudio) no se conociera”, dijo Carusso.

El secretario del juez Santamarina, Guillermo González, dijo a IPS que ”sí se ordenaron medidas preventivas”. Pero no explicó cuáles eran y se remitió a una minuta de una página elaborada por el juzgado para la prensa, en la que tampoco se detallan las medidas, según él mismo reconoció.

La gacetilla indica: ”la pericia que da cuenta de la presencia de elementos radioactivos en el agua subterránea (à) es preliminar”, y se requirieron ”medidas complementarias” a un cuerpo de especialistas de distintas disciplinas, que deberían realizar un contrainforme.

Además el juzgado derivó el estudio de Díaz al Ministerio de Salud de la Nación (del que depende la Secretaría de Ambiente y Recursos Naturales) y a la cartera homóloga de la provincia de Buenos Aires, ”a los fines sanitarios que eventualmente pudieran corresponder”.

El secretario de Ambiente, Atilio Savino, se manifestó ”tranquilo” porque la ARN ”desestimó la denuncia”.

Decenas de organizaciones ecologistas respaldan la campaña de los vecinos de Esteban Echeverría, y participarán el 1 de abril en una jornada de difusión y reclamo de medidas para proteger a la población de la contaminación.

Juan Carlos Villalonga, director de campañas de Greenpeace Argentina, dijo a IPS que ”la puja entre la salud de la población y la industria nuclear está muy desbalanceada” en este país, y admitió temer que el proceso judicial termine con un fallo desfavorable a los vecinos.

Villalonga sostuvo que, aun ignorando las concentraciones de uranio, se está en presencia de un agua de alta toxicidad, dañina para la salud de todas formas.

Cuando Argentina fijó en 100 microgramos el máximo aceptable de uranio para un litro de agua se basó sobre la legislación de Canadá, un país con importantes yacimientos naturales de ese metal pesado, según Villalonga.

Pero Canadá redujo luego los límites a 20 microgramos, y Argentina los mantuvo en 100.

”La ley argentina es anacrónica y está pensada para amparar una industria sucia”, aseguró. Pero su vigencia puede determinar la derrota de los afectados. (FIN/2005)