La Educación del Futuro

Pese a que todavía no se mudó al despacho que ocupaba su antecesor, el nuevo ministro de Educación, Alberto Estanislao Sileoni, ya tiene en claro su primer objetivo: "Terminar con la rigidez del secundario".

Así lo definió al prometer que desplegará estrategias no sólo para recuperar a los 400.000 adolescentes que hoy no están en las escuelas, sino también para "impedir que se nos vayan" muchos de los 2,7 millones de chicos que cursan en la enseñanza media, donde hoy sólo termina sus estudios el 50% de los que los comienzan.

Entre otras medidas, piensa ampliar la experiencia de los profesores tutores que acompañan a los alumnos durante su trayecto escolar, promover la contratación de docentes de tiempo completo, ofrecer distintas orientaciones y crear un sistema escolar más flexible, que permita a los alumnos avanzar por materias, como en la facultad, y no por ciclos anuales, dado que "muchos chicos, especialmente los de poblaciones más desfavorecidas, no se pueden adaptar al modelo tradicional".

En términos concretos, ello hará que cada año repitan menos chicos y se reviertan los indicadores educativos, que en materia de repitencia escolar son preocupantes: unos 270.000 por año, el 10,7% de la matrícula. "Los chicos de sectores pobres merecen que nosotros imaginemos otras formas de organización institucional para que el secundario funcione", dijo el ministro, que desde anteayer reemplaza a Juan Carlos Tedesco.

Al respecto, afirmó que no habrá superposiciones sino complementación con su ex ministro, que conducirá la Unidad de Planeamiento Estratégico de la Educación, que dependerá de la Presidencia. "No es añadir burocracia a la burocracia", dijo. "Este ministerio tiene brazos y cabeza. Piensa sus políticas y las ejecuta. No se nos llevan el planeamiento ni la evaluación", afirmó. Dijo que la unidad de Tedesco trabajará en una nueva la ley de financiamiento educativo y en la reforma de la ley de educación superior. Consenso provincial

Sileoni, de 57 años, es vecino de Caballito e hincha de Ferro Carril Oeste. Abogado por la Universidad de Belgrano, es profesor de historia por la UBA y realizó una especialización en gestión educativa en la Universidad Nacional de General San Martín. Acumula una larga experiencia en gestión: fue subsecretario de Educación en la provincia de Buenos Aires, secretario de Educación de la Nación, ministro de Educación de la Ciudad de Buenos Aires y secretario de Educación de la Nación hasta hace días.

Sileoni adelantó que muchas medidas podrán instrumentarse a partir de 2010, luego de que sean consensuadas con las provincias. Y anticipó que no habrá un secundario único: "Seguramente coexistirán distintas variantes y opciones, con las mismas exigencias, y no habrá una escuela más fácil que otra. Se puede llegar a la calidad por distintos caminos".

Al rescate de la calidad suma el tercer desafío: la deuda con los adultos que no han completado la escuela secundaria. Son tres millones de personas, de 18 a 40 años, y entre ellos muchos jóvenes que cursaron el secundario, pero no se recibieron por dejar pendientes algunas pocas materias. "El año pasado fueron casi 70.000 adolescentes", advirtió.

Dijo que para ello confía en el plan Fines, que desde hace dos años permite completar el secundario a quienes adeudan pocas materias. "Tenemos más de 200.000 inscriptos y más de 70.000 egresados", afirmó el ministro, que desarrolló parte de su carrera docente en la educación de adultos. El programa ofrece asistencia y material a los jóvenes y adultos para completar los estudios. La experiencia dio mejores resultados que las tradicionales escuelas de adultos, que dictan el secundario en tres años y que sólo terminan el 20% de los que lo inician.

-¿Con estas iniciativas no se resigna calidad y exigencia?

-No hay rebaja de exigencia ni de calidad. Simplemente, se ayuda a que la persona pueda. Sería
una indignidad del Estado regalarle el título. Pero el Estado está obligado a abrir puertas y dar posibilidades.

-¿Por qué es alta la deserción en el secundario?

-Influyen las condiciones socioeconómicas de las familias, pero hay también responsabilidades de la escuela, factores internos que conducen a la exclusión. En un mismo contexto social, con pocas cuadras de distancia, hay docentes que conocen a sus alumnos y se preocupan por ellos, y otras donde los maestros ni siquiera saben los nombres de los chicos.

-¿Qué otras herramientas piensa aplicar?

-Con el Ministerio de Desarrollo Social, las provincias y los municipios queremos instrumentar un programa de control de asistencia de los alumnos. Que si los chicos faltan con llamativa frecuencia se puedan enviar agentes sociales a la casa para averiguar qué pasa.